Juan López González y Pedro Urango Racionero jamás se arrepintieron de haber trabajado el mediodía del sábado 25 de marzo de 1968. A golpe de pico y pala se afanaban en los trabajos del cerramiento de la puerta de Pacífico del Parque del Retiro. Era la una y media de la tarde. Juan cavaba una zanja a dos metros de profundidad cuando, en una de las paladas, un destello dorado detuvo su gesto. Ante ellos apareció la alucinante visión de un montón de monedas de oro que pasó a la historia como el “Tesoro del Retiro”.
Juan y Pedro encontraron cincuenta y nueve monedas de oro: entre otras, dos con la efigie de Carlos III; veintiocho con la de Carlos IV, ocho con la de Fernando VII; y una pequeña con la de Carlos IV. En definitiva, oro por valor de 300.000 pesetas y, ¿qué hicieron?. «Más que el oro brilló la honradez de aquellos hombres que, por carecer de muchas cosas, carecen hasta de piso donde vivir», contaba el ABC al día siguiente.
Los afortunados obreros entregaron su «tesoro» al capataz del Retiro y éste hizo lo propio al director de Parques y Jardines de Madrid, Manuel Herrero Palacios. Al final, las monedas llegaron a la mesa del entonces alcalde de Madrid, Carlos Arias Navarro. En su despacho oficial, los citados obreros recibieron una felicitación y 5.000 pesetas por su honradez.
El capataz, asimismo, fue gratificado con otras 2.000 pesetas. «Como además hay que hacer algo para recompensar vuestro gesto, trataremos de proporcionaros un piso», les dijo el alcalde.
El destino de las monedas, al menos el que pensó Arias Navarro, fue el Museo Municipal.
Fuente ABC